En la actualidad, la aviación es uno de los principales motores para el progreso de la investigación y diversos estudios de fenómenos naturales, ya que se han realizado vuelos para estudiar el comportamiento de algunas tormentas tropicales, hasta vuelos de seguimiento de eclipses, como sucedió el día de hoy con los aviones WB-57 de la NASA, que pudieron volar a una altitud de 55,000 pies, siguiendo la trayectoria del mismo, y observando la corona solar por una mayor cantidad de tiempo.
Es importante destacar que este tipo de estudios han ido cambiando con el tiempo, y que en el pasado los investigadores aún no contaban con información ni estudios como ahora; tiempos dónde el avance tecnológico era limitado y costoso.

Fue en 1973 cuando una idea surgió para que astrónomos pudieran realizar un estudio de manera independiente a bordo de una de las aeronaves más emblemáticas en la historia de la aviación: El Concorde.
Tras meses de preparación, el 30 de junio de 1973, aproximadamente a las 10 de la mañana, un grupo de astrónomos despegó a bordo del que sería el primer avión supersónico de pasajeros, con el fin de seguir la trayectoria un eclipse solar.
La aeronave supersónica despego del Aeropuerto Gran Canaria, y continuo el vuelo con una trayectoria precisa y altamente calculada, con la cual pudieron observar y estudiar este fenómeno sobre el noreste de África, presenciando el máximo oscurecimiento del eclipse por 74 minutos, siendo la expedición que permitiría observar el fenómeno por la mayor cantidad de tiempo hasta ese momento.
La misión fue un éxito, y la información recolectada durante el vuelo, fue de gran contribución a los estudios sobre los campos magnéticos, y diversos fenómenos que derivan de un eclipse. Además, de abrir camino para que este modelo de aeronave fuera utilizado para seguir diferentes eclipses, hasta que fuera retirado de servicio.