Por Diego Aquino
Rusia y la Unión Europea compartían hasta hace unas semanas acuerdos energéticos que permitían una ventaja para ambas partes, brindando estabilidad al sistema económico mundial. Ahora, la situación geopolítica mundial se vuelve cada vez más tensa por la ya conocida invasión a Ucrania llevada a cabo por el presidente ruso Vladimir Putin. Incertidumbre y bloqueos económicos comienzan a impactar en la economía mundial.
Los días precedentes al 24 de febrero mostraban gráficas favorables para la recuperación aérea luego de un lento y ansiado regreso de la aviación comercial ante los estragos ocasionados por la crisis sanitaria de COVID-19. A inicios de febrero, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) estimaba una recuperación doméstica del 90% e internacional del 50% con respecto a niveles pre-pandémicos.
La aviación mundial comienza de nuevo sufrir la inestabilidad que ahora la guerra trae consigo. Tan solo durante el primer día del avance de las tropas rusas en territorio ucraniano, la IATA reportó una caída las reservaciones a nivel mundial de 9% con respecto a los días anteriores.
Los países de la Unión Europea y Estados Unidos han cerrado el espacio aéreo para las aerolíneas rusas y Rusia ha hecho lo mismo con la mayoría de los operadores aéreos de países no aliados. Ucrania, Bielorrusia y Moldova se han sumado a la acción de desactivar su espacio aéreo para uso comercial, buscando la seguridad de su territorio durante el conflicto.
A consecuencia de esto, las aeronaves que vuelan cerca de dichas zonas deben recorrer mayores distancias para evitar los diferentes espacios aéreos en rutas de largo alcance; generando mayores gastos operacionales para las mismas.
Por otro lado, el conflicto trae consigo una crisis en el sector energético con los precios del combustible a la alza. De acuerdo con la IATA, se alcanzaron precios de hasta $141 dólares por barril el día 4 de marzo, representando un incremento de hasta 27% a la media anual.
Tomando en cuenta que el combustible representa un total del 22% al 38% de los costos operacionales de las compañías aéreas, y ante la baja en la demanda de asientos por kilómetro, esto únicamente se traduce en incrementos en los precios de un boleto de avión.
Las empresas del sector aéreo tendrán que implementar medidas que amortigüen el impacto del incremento de sus CASK (Costo por Kilómetro de Asiento Disponible) y por consecuencia una baja en sus RASK (Ingresos por Asiento de Asiento Disponible).
Un golpe duro para el sector después del optimismo que se vislumbraba a la distancia posterior a la pandemia; pero que sin duda, gracias a la resiliencia del sector se encontrarán maneras de sortearlo.
Diego Aquino Ramírez
Primer Oficial en equipos Embraer 190. Ingeniero Aeronáutico egresado de la Facultad de ingeniería del Instituto Politécnico Nacional, con especialidad en Operaciones Aéreas y Seguridad Integral en la Aviación Civil. Co-fundador de AVI-8 MX.