A pesar de que vengo de una familia que no estaba relacionada en nada con la aviación, un día se me ocurrió voltear al cielo, y me encontré con un enorme avión que me llevó a descubrir a la que poco después se convertiría en la mayor pasión de mi vida.
Poco a poco y gracias a los beneficios del Internet, pude investigar y leer más acerca de los aviones militares y comerciales más populares a nivel mundial. Comencé a ver fotografías y vídeos, investigué cómo un avión de varias toneladas de peso puede volar (juraba que era magia) y me empapé de toda la información aeronáutica que pude encontrar.
Cada artículo que leía me hacía querer estudiar todas las áreas habidas y por haber de la aviación, desde la administración de una empresa aérea, pasando por la ingeniería, el mantenimiento y hasta querer estar al delante del avión, a los controles del mismo. Fue fácil decidir que era la aviación a la que quería dedicar mi vida, pero fue difícil escoger un área en particular. Tras muy largas reflexiones y pláticas con aviadores y amigos, concluí que quería volar aviones. Quería tener el control de estas aves de acero y transportar a miles de personas de norte a sur, de éste a oeste, con el mayor profesionalismo.
Tras presentar la idea a mi familia y a mi mismo, el reto fue decidir donde estudiar. Sabía de la existencia de varias escuelas de vuelo en el país, pero tras platicar con amigos que estudiaron en Estados Unidos, mi interés se ubicó en las escuelas estadounidenses.
Encontré varias escuelas en diferentes partes de Estados Unidos y concluí que todas ofrecían prácticamente lo mismo, menos una que llamó mi atención por el plan de estudios, su historia, el perfil de sus instructores y la posibilidad de convertirme en uno, las múltiples aeronaves y programa de mantenimiento: L3 Airline Academy.
Sin perder más tiempo, agendé una visita y reservé mi vuelo a Orlando. Días después me presenté en las instalaciones de la escuela en el Aeropuerto de Orlando-Sanford en Florida; conocí las aulas, los múltiples simuladores de entrenamiento, los aviones, conocí a varios alumnos de varias regiones del mundo, entre ellos varios latinoamericanos y platiqué también con varios instructores y con ello, confirmé que era ahí donde quería vivir, aprender a volar y formarme como un auténtico piloto aviador profesional de línea aérea.
Algo que me llamó la atención desde el primer momento, fue la puerta abierta para convertirme en un instructor de vuelo certificado (CFI) y poder compartir el gusto por la aviación, pero sobre todo, poder compartir conocimientos y formar a más jóvenes como me formaron a mi para la línea aérea. Además de las recompensas económicas que puede ofrecer ser instructor, también es posible adquirir invaluable experiencia de vuelo, acumulable en bitácora, por lo que al momento de aplicar a una aerolínea, se contará con mayor experiencia y tiempo de vuelo que otros pilotos formados en otras escuelas.
Otro aspecto muy favorable por el que guie mi decisión fue que en L3 aprendemos a volar en Orlando, al centro de Florida, donde las condiciones meteorológicas son casi siempre favorables para la instrucción y además, significa volar dentro de un Espacio Aéreo Clase C en el que aprendemos a convivir con aviones comerciales como A320, B737, MD-88 e inclusive B787 que llegan de todo Estados Unidos y Europa.
El volar desde y hacia un aeropuerto internacional de esta categoría prepara a los egresados para volar en complejos espacios aéreos y aeropuertos como Ciudad de México, Atlanta Hartsfield-Jackson, entre muchos otros, desde el primer día de clases.
Una situación que en un inicio me preocupaba al estudiar en Orlando, Florida, era que no había practicado mi inglés hace tiempo y temía que mi acento no pudiera comprenderse adecuadamente. En cuanto llegué a la Academia, entendí que no había nada de que preocuparse ya que me encontré con compañeros de más de 30 nacionalidades que me apoyaron para tener un mejor dominio del inglés, idioma crucial para el piloto aviador.
Además de pasar tiempo volando, lo que más disfruté en mi estancia en L3 fue la gran convivencia, cultura y aprendizaje que obtuve gracias a los estudiantes de todo el mundo con quienes aprendí a volar. En L3 cuentan con un departamento de servicios al estudiante, donde constantemente se organizan excursiones a parques como Disney Universal Studios, NASA y claro, a las más bellas playas de Florida.
Finalmente, en L3 Airline Academy cuentan con una moderna y enorme flota de aviones de instrucción como monomotores Cessna 172 equipados con Garmin 1000 y 430; Cirrus SR20 equipados con paracaídas. En cuanto multimotores, la escuela cuenta con aviones Piper PA44 Seminole con aviónica de vanguardia, al igual que Diamond DA42, Piper Arrows y King Air C90.
Pero es claro que una gran flota de aviones no representan nada a menos que se cuente con el adecuado mantenimiento. En L3 han ganado en 13 ocasiones el FAA Diamond, premio otorgado por la autoridad aeronáutica estadounidense por el excelente mantenimiento otorgado a las aeronaves.
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