Una inestabilidad de vuelo fue descubierta mientras se probaban los próximos entrenadores avanzados T-7A Red Hawk, llevando con esto a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos a retrasar la decisión de producción a tasa completa de 2022 a 2023.
El pasado 16 de junio de 2021, los funcionarios de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF por sus siglas en inglés) dieron a conocer que durante las pruebas de vuelo se identificó un problema en las alas en ángulos de ataque altos. Además de esto y a la falta de repuestos por parte de los proveedores debido al COVID-19, los militares decidieron posponer la producción a velocidad completa.
Un día después, la compañía aeroespacial americana, Boeing, dijo que ya se había desarrollado una solución de software para resolver el problema de la envolvente de vuelo en los dos aviones de prueba.
El constructor americano, en asociación con el fabricante sueco Saab, inició la concepción del T-7A Red Hawk después de ganar la competencia TX, cuyo objetivo era encontrar un reemplazo para el Northrop T-38 Talon que data de la era de la Guerra Fría. Saab comenzó el trabajo de producción en enero de 2021.
Solo transcurrieron 36 meses entre el primer concepto del avión y su vuelo inaugural, algo que Boeing atribuye a la “ingeniería y diseño digitales”. Como tal, la aeronave se convirtió en el primero de la USAF E-Series, designado como eT-7A.
El nombre de Red Hawk fue elegido en un homenaje a los pilotos de combate afroamericanos de la Segunda Guerra Mundial, los Tuskegee Airmen, que pintaron de rojo la cola de sus aviones.
El T-7A Red Hawk debería entrar en servicio en 2023 para el entrenamiento avanzado de futuros pilotos de combate. La USAF encargó 351 aviones, por un total de $9.2 mil millones de dólares.