Por: Santiago Rivas
Estimados lectores de EnElAire, se preguntaran: ¿Qué es lo que se puede escribir sobre el Aeródromo Jorge Jiménez Cantú? Esa poco conocida pista al noroeste de la Ciudad de México. Hay algo en éste, que solo los que ahí volamos, comprendemos y hace que nos enamoremos de este pequeño aeródromo a las afueras de la ciudad más congestionada del país
Recuerdo que hace algunos años, mi padre me llevaba a ese aeródromo a ver el despegue y aterrizaje de las aeronaves y yo, que desde que tengo uso de razón, soy un apasionado de la aviación disfrutaba mucho. Recuerdo ver esos pequeños aviones rodando en una carpeta de asfalto bastante descuidada, literalmente, esquivando baches.
Jamás pasó por mi cabeza que en unos años ahí estaría yo, persiguiendo aquél sueño tan anhelado de convertirme en piloto aviador. Y pues, aquí estoy, finalizando mis estudios como piloto en este aeródromo que tanto me gusta y reta.
¿Por qué digo que este aeródromo, que realiza más de 100 operaciones al día, es un reto ?
El aeródromo cuenta con una sola pista con orientación 04/22, rodeada de cerros y zonas residenciales. La pista de solo 1,400 metros de longitud , a una elevación de 8,120 sobre el nivel medio del mar, obliga incluso a algunos motores de aviones Cessna a ser modificados para incrementar el rendimiento y poder operar de forma segura.
La parte más interesante viene luego de que lograste despegar de Atizapán; ahora hay que volver para aterrizar y es, personalmente, mi parte favorita. Hacer tus horas de vuelo en esta pista tan corta te obliga a volar a unos cuantos metros sobre las casas de las zonas residenciales aledañas y hacer un toque corto, sobre las marcas, para frenar lo más pronto posible. Definitivamente no quieres llegar al final de la pista en tu carrera de frenado, ya que ahí te encontraras con unas pequeñas barrancas.
Algo en lo que muchos de los que volamos en este aeródromo podemos coincidir es que, si puedes aterrizar un avión en el aeródromo de Atizapán, seguramente podrás aterrizar un avión en donde sea. Por eso también se le conoce como «El portaaviones de Atizapán».
Recientemente se planteó un proyecto que tiene como objetivo ampliar la pista en aproximadamente 300 metros más. Esta modificación sería terminada en aproximadamente un año y es bienvenida por todos los que operamos en ella.
Pienso que volar en este interesante aeródromo te forja como piloto y te ayuda a mantener en todo momento tu conciencia situacional, a no caer en complacencias, a hacer las cosas bien y con cuidado pero sobre todo, te ayuda a formarte como un piloto profesional en esta industria que muy pocas veces perdona errores.
¿Tú en donde aprendiste a volar? ¡Compártenos tu experiencia!