Por Ricardo J. Delpiano
Cada vuelo es especial y más aún si se trata de inaugurar un nueva ruta. Precisamente ese es el motivo que nos embarca en esta oportunidad para llevarnos a un viaje a las alturas de América. El lunes 4 de julio, LATAM Airlines dio inicio al primer servicio sin escalas entre Santiago – La Paz – Santiago, abriendo nuevas oportunidades para que bolivianos, chilenos y viajeros de distintas partes del mundo accedan en forma más directa a un país que merece ser descubierto.
Ida: Santiago – La Paz
Son las 04:10 en el aeropuerto Arturo Merino Benítez de Santiago. Pese a la hora, la terminal luce llena personas que esperan abordar los primeros vuelos a las distintas ciudades de Chile y América. El concurrido hall de embarque es un reflejo de uno de los problemas que afectan a la aviación latinoamericana: la falta de una infraestructura acorde al crecimiento de los viajes aéreos y la tardía respuesta de parte de las autoridades para atender adecuadamente a una industria que aporta desarrollo económico e integración social a los países.
En el check-in de LATAM, un pendón anuncia la nueva ruta y dos hermosas anfitrionas dan la bienvenida al nuevo vuelo sin escalas Santiago-La Paz. Pese a lo concurrido, la fila avanza rápido y en la espera del turno para despachar equipaje, un obsequio da cuenta que estamos por vivir un momento especial. El check-in es rápido y sin inconvenientes; en menos de dos minutos tenemos el boarding pass y la maleta está en la cinta rumbo al avión. Pensando en la cantidad de pasajeros que embarca a esa hora, caminamos al sector de Policía Internacional, un “cuello de botella” ya que pese a la amplia disponibilidad de casetas, son pocas las que funcionan. “ A dónde se dirige” , pregunta el funcionario. “A Bolivia, a La Paz”, contestamos. Un timbre y un buen deseo de buen turno, pasamos el control de seguridad internacional donde sólo dos posiciones están habilitadas ante la gran cantidad de pasajeros.
La puerta 10 es la asignada. Ubicada en el ala oeste del terminal, nos obliga a caminar. Una decoración especial y un pequeño buffet-desayuno da la bienvenida. “Yo volé en el primer vuelo directo Santiago – La Paz” dice un panel alusivo a la ruta. Es de esos típicos que ponen en cualquier lugar donde uno mete la cabeza para sacarse una foto con un motivo especial: en este caso un vuelo, ese vuelo que comienza hoy hacia un nuevo destino y horizonte.
La espera es agradable y la atención preparada por LATAM, hace que el tiempo pase rápido. Antes de embarcar, Gonzalo Undurraga, gerente general de LATAM Airlines Chile, da la bienvenida en un informal discurso a los pasajeros y usuarios presentes. “Bolivia tiene mucho que ofrecer a Chile y Chile mucho que ofrecer a Bolivia”, dijo. Con la tripulación de vuelo, se procede al corte de cinta quedando oficialmente inaugurada la ruta.
Son las 06:20 y el sol aún no sale. El embarque comienza en forma ordenada y rápida. Nuestro avión es un Airbus A320 (CC-BAB) aún con los colores de LAN e interiores antiguos. Está conectado al puente. A bordo, el jefe de cabina da la bienvenida con una sonrisa, así como cada uno de los tripulantes ubicados en cada sección del avión. El asiento es el 27A, elegido especialmente para obtener la vista del ala durante nuestro vuelo, así como del aterrizaje en la capital boliviana.
A las 06:40, se cierran las puertas y cinco minutos después comienza el pushback, para luego rodar hasta la pista 17R. El despegue se da en medio de una todavía noche y los vidrios empañados por el frío exterior no dejan ver ese espectáculo que cada despegue produce.
Tras un breve vuelo rumbo al sur, viramos hacia el oeste y luego el noreste, según los procedimientos de salida establecidos. Nuestra ruta nos lleva prácticamente durante todo el vuelo sobre la Cordillera de Los Andes. Mientras ascendíamos a nuestra altitud de crucero el sol se asoma entre las montañas, como especie de leyenda viva que anticipa la experiencia de descubrir Bolivia.
Media hora más tarde comienza el servicio. El catering es sencillo, similar al que ofrece LATAM en vuelos domésticos. Consta de un sándwich vegetariano, bebida o jugo a elección más café Juan Valdéz, pero como se trataba de un vuelo especial se nos ofreció un cupcake con el logo de la aerolínea. La tripulación es amable y simpática, aún mejor si toca un integrante que te haya atendido hace apenas una semana. Sin ningún problema, se dejan tomar fotos y entablar una conversación permitiendo conocer más de este apasionante mundo que es la aviación. La curiosidad los embarga considerando lo especial del vuelo y con el orgullo de ser la primera tripulación en atender una nueva ruta.
El vuelo transcurre rápido y pese a estar siempre sobre las montañas nevadas de los Andes, prácticamente no hubo turbulencias. Abajo, los desérticos paisajes altiplánicos de esta parte del continente sorprenden al viajero y hacen que uno se siente como en otro planeta. Tras 02:40 de vuelo, comienza el descenso y aproximación, muy rápida no más de 15 minutos atribuido por la altura en que se ubica el aeropuerto “El Alto” de La Paz. Tras un breve viraje hacia el oeste y luego al este, aproximamos con los asentamientos de la ciudad de la ciudad emergente de Bolivia para tocar puntualmente en la pista 10.
Luego de una carrera de aterrizaje algo prolongada -por la longitud de la pista-, el avión sale por la primera calle de rodaje donde es recibido por un arco de agua de parte del Servicio de Salvamento y Extinción de Incendios (SSEI) del aeropuerto. Se había hecho historia, porque a pesar de que hace 60 años existe el vuelo desde Chile a La Paz, es la primera vez que se unen las dos capitales con vuelos sin escalas. Un reflejo de un aumento de la demanda, de una apuesta de LATAM para conectar a más personas como resultado de la consolidación de un modelo de negocios eficiente gestionado por hubs que están conectando los distintos puntos de Latinoamérica, y un progreso operacional, con aviones más modernos, eficientes y con prestaciones superiores, que permiten operar desde aeropuertos complejos como La Paz.
El aeropuerto El Alto es un verdadero viaje al pasado, prácticamente a los años 50, con una sala de migraciones a la antigua con tres casetas que atienden a todos los viajeros, una sola cinta para retirar el equipaje y una máquina en la Aduana para revisar el equipaje. Con el explosivo crecimiento turístico que está teniendo Bolivia, sin dudas hay trabajo pendiente que realizar en esta materia.
Al salir, un grupo típico de baile nos da la bienvenida. Colores y danzas altiplánicas entregan alegría y calidez a los viajeros. Los 4.000 metros sobre nivel del mar se siente y obliga a tomar precauciones. “Sorochipil”, una pastilla local para el mal de altura es la mejor opción, en el hotel o en cualquier restaurant el té de coca también es de gran ayuda.
Estamos en Bolivia. La emergente, tumultuosa y ruidosa ciudad de El Alto nos rodea, así como las montañas de la Cordillera Real, cuyas nieves eternas y picos puntiagudos crean un paisaje mágico. La Paz está en una cuenca rodeado de montañas. Para llegar está la avenida que parte en uno de los puntos de El Alto y baja por las montañas rodeado de casitas a medio terminar para llegar directamente al centro. Otra opción es adentrarse en la bulliciosa El Alto y llegar a la estación del teleférico, que funciona como un transporte masivo y entrega una espectacular vista panorámica de toda la ciudad. Esa es la opción escogida, totalmente segura y limpia que nos lleva literalmente por las alturas para apreciar los contrastes de una La Paz y una Bolivia que quiere crecer pero sin dejar de lado sus tradiciones. Recomendable en su totalidad.
Regreso: La Paz – Santiago
Tras recorrer La Paz y el Lago Titicaca, es tiempo de volver. El vuelo de LATAM de regreso a Santiago está previsto para despegar a las 10:40 horas, lo que obliga a madrugar considerando el tráfico paceño matutino y el caos que impone El Alto.
Desde el barrio de Calacoto, donde nos encontramos hasta el aeropuerto, fácilmente, es algo más de una hora de viaje por un camino sinuoso. Luego, un cruce que se hace interminable por las callejuelas con un ligero asfalto y casas a medio terminar. Sólo una explanada con algunas reliquias de la aviación como un C-47 o Douglas DC-6 dan cuenta que estamos cerca del aeropuerto.
Llegamos a las 09:20 horas. El acceso es precario, con un sólo camino con un carril por sentido que va desde el pórtico hasta el terminal. Un edificio nuevo que aloja el área de check-in impone sobre el antiguo aeropuerto. Es lo más nuevo del complejo aéreo ya que el resto de la infraestructura es la terminal original, un verdadero viaje al pasado. Como resultado, la única fila se hace interminable para pasar el control migratorio (compuesto por tres casetas empotradas en la pared), luego una revisión manual de narcóticos y el paso por la máquina de rayos X disponibles. Todo para llegar a una sala de espera común que tiene sólo una cafetería y un kiosco, más un espacio pequeño de Duty Free. Al fondo, la puerta de embarque común para todos los vuelos y no hay más.
Un consejo para los viajeros: prepárense para llenar varios formularios incluso para realizar el check-in del vuelo, aunque los datos ya estén en el sistema.
Todo está lleno de gente y eso que apenas hay dos vuelos: el de LATAM rumbo a Santiago (LA973) y uno de Peruvian rumbo a Cusco. Básicamente uno tiene que hacerse un espacio y cuidarlo hasta que te llamen a embarcar. En un ordenado caos, el embarque de ambos vuelos comienza: primero el de Peruvian para luego seguir con el de LATAM a Santiago. Se hace por un pasillo único que se divide en dos, uno para cada puente de embarque. Si no hay personal de la aerolínea la confusión puede ocurrir. Obviamente no fue el caso.
Un A320 nos espera. Es el CC-BFI equipado con Sharklets, aunque mantiene la pintura de LAN y los asientos antiguos de la compañía, e igual que el viaje de ida, los apoyacabezas ya muestran el nuevo nombre de la compañía. El embarque fue rápido y a cinco minutos del pushback se produce el cierre de puertas. Sólo esperamos la salida del avión de Peruvian, que se encontraba detrás nuestro que estaba en marcha para iniciar las maniobras. En la espera, el video de seguridad y chequeo de cabina. En este viaje íbamos en el asiento 13L en fila de emergencia por lo que un tripulante se acerca para explicarme el procedimiento de la puerta en caso de ser necesario, me preguntó por el nivel de inglés y si estaba en conocimiento de los procedimientos asociados a una evacuación.
Tras un rápido encendido de motores, el piloto configura la aeronave para el despegue. Mínimo flaps 2 para el despegue. La ocupación está al 50% por lo que habrá espacio para moverse durante el vuelo. Iniciamos rodaje rumbo a la pista 28. Tras una breve espera ingresamos a pista. Comienza la parte de la emoción para quienes disfrutamos de esta industria, especialmente cuando se despega para un vuelo de casi 3 horas desde un aeropuerto situado sobre los 4.000 metros sobre el nivel del mar. Como era previsible la carrera de despegue es larga y la aceleración es lenta, pero transcurre sin problemas hasta elevarnos sobre el altiplano.
Nos elevamos sobre las altas cumbres nevadas de Los Andes y los salares, bajo un cielo azul característico de la zona. El paisaje no deja de sorprender. Al igual que a la ida, el vuelo nos lleva sobre la Cordillera en dirección suroeste hasta la zona central de Chile, todo muy calmo haciendo el viaje muy agradable.
Mientras viajamos podemos disfrutar de LATAM Entertainment, el sistema de entretenimiento en la flota familia A320 para equipos electrónicos personales. Funciona con una aplicación disponible para plataformas iOS y Android que debe ser descargada antes del vuelo o antes del cierre de puertas (si hay una buena conexión de internet). En caso contrario, se puede ingresar mediante un link. Para activarla se debe colocar el equipo en modo avión, abrir la conexión wifi y seleccionar LATAM Entertainment. El pasajero accede a un variado contenido de películas, series, programas de televisión y documentales, además del mapa con los datos y progresos del vuelo. Una gran herramienta que contribuye a crear una experiencia más autoadministrable de viajes.
A los 45 minutos de viaje, comienza el servicio a bordo. Como a la ida también sencillo en función de la duración del vuelo. Está compuesto por un sándwich, bebidas o jugo más un café Juan Valdéz. Posteriormente, comienza el servicio de Duty Free, en este caso básicamente con artículos de perfumería, otros productos están disponibles principalmente en los vuelos de larga distancia.
La tripulación es en general amable y eficiente, todo en una entrega de servicio cronométricamente establecida. Sólo la jefa cabina muestra una cierta aprensión por las fotografías al servicio, algo totalmente inédito en los vuelos de LATAM sean nacionales o internacionales, que incluso otros tripulantes nunca habían manifestado. Más que eso no hubo inconvenientes y todo transcurrió por lo previsto.
Luego de dos horas de vuelo e impulsados por un buen viento de cola, el capitán anuncia que estamos en fase de aproximación. Llegaremos antes a Santiago, aunque nos anticipa una posible demora por el cierre de una de las pistas en el aeropuerto Arturo Merino Benítez, lo que se manifiesta minutos más tarde en un desvío y una lenta aproximación. Santiago está frío y pese a que son pasadas las 13:00 horas hay una temperatura de 11ºC. En nuestro descenso cruzamos el contaminado aire de la capital chilena hasta aterrizar en la pista 17L.
El rodaje nos lleva hasta una de los estacionamientos remotos debido a que todas las posiciones de contacto están ocupadas. Nuevamente los problemas de infraestructura nos impacta, especialmente a quienes buscan salir rápido del avión. Afortunadamente, migraciones luce vacío y el tránsito rápido, así como el retiro de equipaje, que cada vez es más rápido haciéndose notar las gestiones de LATAM en esta materia. Retiramos maleta y pasamos revisión de Aduana. Afuera, los taxistas abundan. Habíamos vuelto a la realidad después de unos espectaculares días en Bolivia.
Sobre Bolivia
Bolivia es única y hay que entenderla así. Es un país diverso que acoge a 36 culturas diferentes con un profundo arraigo por sus tradiciones que dan al visitante una gran riqueza cultural. La biodiversidad del país es una de las más grandes del planeta. Van desde las altas cumbres de Los Andes hasta la selva amazónica, húmeda y calurosa, pasando por desiertos, salares y valles.
La Paz es la ciudad maravillosa. Ubicada entre los 3.600 y 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar es un punto de encuentro entre la tierra y el cielo, donde confluyen un gran cantidad de personas de distintas regiones del país. Una ciudad que concentra una expresión cultural, religiosa y política, cuya topografía impacta a todos quienes la recorren. Las casas trepan las montañas hasta llegar a la emergente El Alto dando un paisaje realmente espectacular, todo decorado por las sombras del Illimani.
Bolivia es una invitación permanente a la aventura y al descubrimiento. La calidez humana y la hospitalidad son sinónimo de su gente en un complemento perfecto para crear una extraordinaria experiencia.
Como llegar
Llegar a La Paz es fácil, aunque la mayoría de los enlaces internacionales son en conexión. LATAM Airlines ofrece vuelos a La Paz desde Lima, Perú y Santiago de Chile. La nueva ruta que inauguramos es la primera que se realiza en 60 años con vuelos sin escalas ahorrando un tiempo de viaje de dos horas. Esta operación brinda mayores oportunidades para conocer, cerrar un negocio o simplemente disfrutar más de una vibrante y emergente ciudad.
En alianza con DesdeSCL.com
Fotografía de portada gentileza de Israel Antezana