Análisis: Presupuesto de Trump propone privatización de control de tráfico aéreo de EE.UU.; recortes en el programa de servicio aéreo esencial (EAS)

MIAMI – El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presentó una propuesta para privatizar el sistema estadounidense de control de tráfico aéreo como parte del plan de presupuesto de gastos discrecionales para el año fiscal 2018. Una iniciativa previa, respaldada por la mayoría de las aerolíneas del país, no pasó del congreso el año pasado pero ha sido resucitada por el advenimiento de la nueva administración presidencial.

Bajo esta iniciativa, parte de una propuesta multi-anual de reautorización de la administración federal de aviación de los Estados Unidos; mejor conocida como FAA por sus siglas en inglés, y un cambio fiscal que conlleva un recorte de 13%, o $16.2 billones de dólares, al presupuesto del departamento de transporte de los Estados Unidos. La supervisión del sistema de control de tráfico aéreo pasaría a manos de una entidad privada sin fines de lucro que, con el tiempo, tomaría control de todo el sistema.

Esto reflejaría a otras iniciativas de privatización del control de tráfico aéreo en varios países, incluyendo Canadá y Australia.

ESTO NO REPRESENTARÍA UNA TRANSICIÓN A CORPORACIONES ÁVIDAS QUE SACRIFICARÍAN LA SEGURIDAD PARA AUMENTAR LOS INGRESOS.
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El criticismo inmediato que suele surgir cuando un ente del gobierno es privatizado es la idea de que codiciosos ejecutivos corporativos sacrificarán la seguridad y otras áreas de interés público en beneficio de los ingresos. Pero al ser una organización sin fines de lucro, la nueva administración del control de tráfico aéreo no encajaría en esa categoría.

Al contrario, sus defensores aseguran que privatizar el control de tráfico aéreo le daría al sistema lo mejor de dos mundos. Implementar principios de administración privada y corporativa para aumentar los índices de eficiencia, pero sin fines de lucro y con suficiente intervención gubernamental para prevenir mala administración en materia de seguridad.

El concepto de privatizar el control de tráfico aéreo no es nuevo. Australia, Nueva Zelanda, Alemania y Suiza han privatizado sus sistemas por más de dos décadas, y en los cuatro casos la opinión general apunta a que la privatización es sin dudas una buena decisión.

La seguridad en todos los países se incrementó tras la privatización. Tres de los cuatro países experimentaron incrementos en eficiencia operacional, tres de los cuatro también notaron una disminución de costos, y los cuatro países progresaron a un paso mucho más acelerado con la implementación de tecnología de última generación en sistemas de control de tráfico aéreo.

La lenta implementación de la iniciativa de sistemas de nueva generación NextGen por parte de la FAA ha sido uno de los principales obstáculos para las aerolíneas estadounidenses bajo las políticas de aviación actuales.

Países como Canadá ya han privatizado sus sistemas de control de tráfico aéreo.

DELTA LIDERA LA BATALLA EN CONTRA DE LA PRIVATIZACIÓN.
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No es para sorpresa el hecho de que la mayoría de las aerolíneas estadounidenses respaldan la propuesta de privatización, a excepción de Delta Air Lines, que considera que el incremento de costos asociado con un sistema de control de tráfico aéreo privado atenuaría cualquier mejora de infraestructura.

Así mismo, Delta considera que un modelo privatizado no tendría manera funcional de enfrentar lo que quizás es tema más crítico en el control de tráfico aéreo estadounidense: el congestionado espacio aéreo del noreste del país, conocido como el corredor BosWash, que se extiende del Aeropuerto de Logan en Boston hasta el Aeropuerto de Dulles en Washington.

Junto con eventos meteorológicos y la creciente congestión en los aeropuertos de Los Ángeles y San Francisco en California, el corredor BosWash es el principal culpable de los periodos en los que el sistema de control de tráfico aéreo de Estados Unidos se encuentra sobrecargado.

Adicionalmente, el expediente de incrementos de costos tras las recientes privatizaciones de control de tráfico aéreo puede ser motivo de preocupación. Delta cita cifras que aseguran que las tasas aumentaron en un enorme porcentaje de 59% en Canadá y 30% en Reino Unido a raíz de la privatización, y teme que un incremento similar ocurra en Estados Unidos.

Sin embargo, aunque Canadá es el país más similar a Estados Unidos en términos geográficos, este también tiene grandes cantidades de áreas vastas y deshabitadas que, a pesar de la poca cantidad de vuelos que usan esos espacios aéreos y las exigentes condiciones de terreno, aún deben ser mantenidas. No queda claro si la situación de Canadá es indicativa de lo que enfrentará Estados Unidos tras una potencial privatización de su control de tráfico aéreo.

Delta lidera la batalla en contra de la privatización, a pesar de que la mayoría de las aerolíneas estadounidenses la respaldan.

LA IMPLEMENTACIÓN DEL PROGRAMA NEXTGEN Y LA PLANTILLA DE PERSONAL SON LAS PRINCIPALES CAUSAS TRAS LA PROPUESTA DE PRIVATIZACIÓN.
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Por otra parte, la implementación del programa NextGen ha sido relativamente lenta y sujeta a constantes demoras a causa de ajustes presupuestales, a pesar de la negación del administrador de la FAA, Michael Huerta. Una organización privada con su propia estructura de financiación a través de tasas sin duda tendrá mucha más independencia para generar los casi $23 billones de dólares en ahorros mientras agiliza el cronograma de implementación, actualmente planeado para 2025.

Las organizaciones privadas son casi siempre más eficientes a la hora de administrar proyectos de gran escala en comparación con entidades gubernamentales, y la FAA es una particular fuente de demoras.

La otra meta de una privatización sería adoptar un modelo de plantilla de personal más racional. A pesar de reformas en esta área particular, el país sigue experimentando una falta de personal en control de tráfico aéreo. De hecho, a diferencia de previas crisis en el sistema de control de tráfico aéreo (Notablemente el despido masivo de controladores aéreos por parte el entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, en 1981), en este caso el sindicato principal de controladores de tráfico aéreo ha manifestado plenamente su apoyo a la privatización.

Esto debería hacer que los oponentes a la privatización se sientan un poco mejor, puesto que lo más probable es que no haya recortes de personal ni disminución de estándares; aunque también señala que el ahorro de costos derivados de la privatización probablemente sea más limitado de lo que aseguran sus defensores.

EL PROGRAMA DE SERVICIO AÉREO ESENCIAL (EAS) PUEDE SER DADO DE BAJA, LO CUAL ES ALGO TANTO BUENO COMO MALO.
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El otro cambio de política mayor en el plan de presupuesto de Trump es una propuesta de recorte de $175 millones de dólares al programa de servicio aéreo esencial, o EAS por sus siglas en inglés, el cual concede subsidios y fondos para garantizar vuelos a pequeñas comunidades a lo largo de Estados Unidos. La justificación del programa EAS es una cuestión complicada, dado que existen comunidades, particularmente en Alaska y Hawái, que realmente dependen del programa para mantener sus vínculos con el resto del mundo.

Pero al mismo tiempo, muchas de las rutas subsidiadas por el programa están mal patrocinadas, con factores de ocupación menores al 50% y subsidios por pasajero de más de $200 dólares (en algunos casos más de $500 dólares). Por si fuera poco, muchos de estos aeropuertos del programa EAS se encuentran a tan solo unas horas por carretera de aeropuertos no subsidiados con equivalentes o mayores servicios disponibles.

Sin embargo, algunas de las comunidades (principalmente en Alaska) tienen una legítima necesidad de servicio aéreo, siendo una comodidad sumamente esencial. También existe un número de aerolíneas, notablemente Cape Air, Boutique Air y Southern Express Airways que han desarrollado sus operaciones en rutas EAS con aeronaves con capacidad de 9 pasajeros.

Algunas comunidades que se benefician del programa EAS, principalmente en Alaska, tienen una legítima necesidad de servicio aéreo, siendo una comodidad sumamente esencial.

Estas aerolíneas se verán obligadas a evolucionar y cambiar sus modelos de negocio para sobrevivir. Por ende, nuestra preferencia sería una reforma y ajuste del programa de servicio aéreo esencial, en vez de su completa disolución. Pero el programa cuenta con mucho apoyo por parte de senadores y representantes de las localidades que se benefician de él, lo que le da mucha más influencia para permanecer de lo que hubiese sido posible.

Este presupuesto aún no ha sido aprobado por el congreso de los Estados Unidos y es posible que el programa de servicio aéreo esencial se mantenga en su estado actual.